“A mi me pegaron y salí bien”, “Por eso es que esta sociedad está como está, porque ahora no se le puede pegar a los hijos”
Naturalmente relacionamos el hecho de considerarnos “personas de bien” con el tipo de crianza que recibimos, pero ¿Por qué pensar que la violencia es el único y/o el mejor método que existe para educar y corregir? ¿Podría pensar que me pegaron y salí bien a pesar de eso?, hagamos un ejercicio de introspección para recordar honestamente lo que sentimos al ser golpeados, era la humillación de la cual había que sobreponerse para continuar. ¿Por qué normalizar la violencia desde niños?
Existe una tendencia a pensar que si a un niño no se le golpea en general no se le corrige, pero consideremos que los niños son un proyecto en construcción, y son susceptibles a la influencia de sus padres, que sin golpes ellos también pueden entender la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, y que los golpes podrían estar enviando el mensaje incorrecto; los niños podrían crecer pensando que se deben comportar bien sólo porque si no lo hacen habrá un castigo físico, en lugar de pensar que si no se comportan bien podrían lastimar o afectar a alguien más o a ellos mismos. Si el niño pensaran sólo en el castigo, entonces, ¿qué pasaría si existiera la garantía de que nadie se va a enterar?, quizás el arrepentimiento únicamente vendría si llegara a ser descubierto, un componente muy frecuente en las personas adultas de nuestra sociedad y que nos ha causado y sigue causándonos mucho daño.
¿Será posible que esos jóvenes con comportamientos inapropiados socialmente y hacia los cuales dirigimos la frase “es que son así porque como ahora no se le puede pegar a los hijos” nunca hayan recibido golpes de sus padres?, ¿En esta sociedad donde la violencia está tan arraigada? No es la falta de golpes lo que destruye a una persona, es la falta de métodos de corrección basados en la firmeza en los valores, el respeto y la estructura, ni los golpes ni la permisividad conducen a comportamientos sanos en las personas.
Además debemos tener en cuenta que la violencia por leve que nos parezca no afectan solo el “buen comportamiento” de los niños y adolescentes, las consecuencias de los golpes en la crianza, también pueden afectar la seguridad en sí mismos, la falta de límites en las relaciones de pareja en cuanto al respeto, la manera como enfrentamos una situación de estrés como un incidente en la vía o incluso los pensamientos que vienen a nosotros al enfrentarnos a una situación donde podemos sacar ventaja cuando existe alguna garantía de que nadie se va a dar cuenta.
“Prefería que me pegaran a que me dijeran que estaban decepcionados de mi”
Es una frase que también se escucha mucho, y que reflejaría de alguna manera que las palabras tienen tanto o más poder que los golpes, entonces cabría pensar en otras maneras de corregir sin reemplazar el respeto por temor.